En un principio era fundamental que el alumno supiera todo lo que yo explicaba, no se les podía escapara ni un detalle.
Pobrecillos. Hoy día me pregunto ¿cómo podían superar mi materia (asignaturas se llamaban antes)?
Lo que no enseñaban cuando entrabamos en educación:
- el profesor explica en clase.
- el alumno toma apuntes o subraya el libro.
- el profesor manda ejercicios.
- el alumno los hace.
- el profesor y los alumno corrigen los ejercicios.
- el profesor pone un examen.
- el alumno lo hace.
- el profesor califica.
En fin, este fue el método durante muchos años.
No voy ha decir que todo esto haya desaparecido porque no es verdad y además, no debe desaparecer. Poco a poco fui aprendiendo varias cosas y comento aquí alguna:
- El alumno no sólo tiene mi materia.
- El alumno puede tener, y de hecho tiene, intereses diferentes a los míos.
- Puede que mi materia no sea la más interesante para los alumnos.
- La casuística en la vida es tan amplia que no podemos describirla por muchos libros que escribamos.
Con la experiencia he ido descubriendo que no todo lo que contaba y no todo lo que cuento es importante.
Con la experiencia he descubierto que alumnos que son incapaces de aprobar un examen presentan y desarrollan unos trabajos excelentes.
Con la experiencia he descubierto que no todos los alumnos de sobresaliente saben desarrollar un trabajo práctico. Me he sorprendido más de una vez viendo a alumnos de sobresaliente que son incapaces de desarrollar una práctica de laboratorio y a alumnos no académicamente tan buenos, realizando una práctica excelente.
Desde mis comienzos hasta ahora he ido aprendiendo y sigo aprendiendo a "leer" a mis alumnos. Ha ir descubriendo sus intereses académicos, sus preguntas. He aprendido que no las preguntas realizadas por ellos no deben quedar sin respuesta, por muy "tontas" que parezcan.
Ahora llegamos al gran caballo de batalla, la evaluación. El momento en el que todo el mundo analiza nuestro trabajo, los alumnos, los padres, los compañeros, Jefatura de Estudios, Inspección... y supongo que habrá más.
Cuando ante los alumnos realizo una evaluación de la práctica docente obtengo, desde hace muchos años, un sobresaliente pero debo decir que no hay una gran satisfacción por mi parte.
Cuento rápidamente los motivos:
Hubo unos años, no hace muchos, en los que tuve la suerte de tener una ratio aceptable, desdobles, horas de preparación de prácticas, tiempo para hablar con los alumnos... Actualmente todo eso ha desaparecido.
En esos años tuve la oportunidad de evaluar a mis alumnos teniendo en cuenta:
- Sus conocimientos teóricos.
- El desarrollo del trabajo diario a través de sus cuadernos, su trabajo en clase, sus participaciones, etc.
- la realización de prácticas.
Esto, hoy día lo he perdido y he vuelto casi al sistema de calificación con el que inicié en educación, algo más humano (por la experiencia acumulada) pero calificación.
A día de hoy, carezco de las herramientas que antes he mencionado y prácticamente hablar de evaluación es lo mismo que decir calificación.
¡Una pena!
Además, me he encontrado con otro problema:
Yo no suelo mandar deberes, ni ejercicios para casa. Los hacen en clase conmigo. ¿Por qué? Creo que en casa deben estudiar lo que se les ha explicado, que no es poco, y los ejercicios hacerlos con el profesor.
Imaginemos que el alumno tiene alguna duda con un ejercicio ¿a quién pregunta? puede que recurra a sus padres, a los amigos, quizá alguno vaya a una academia.
Si los ejercicios los hacen conmigo... ¿a quién van a recurrir? ¡Mejor fuente que el profesor para una duda!
Pero a veces, muy de vez en cuando, hablo 1 ó 2 veces al año, mando hacer algo en casa y me he encontrado con la respuesta familiar siguiente: Estos profesores se creen que estamos aquí para hacer su trabajo pero que hacen en el instituto.
Triste pero cierto.
Esto lo comento porque creo que todavía la sociedad española no está muy preparada para realizar una educación basada en proyectos. Creo que tenemos que aprender mucho.
Por último decir que si algo me llevo más claro es que la evaluación por rúbricas es una gran idea. Este método no sólo lo he visto en este curso. He realizado otros y cada vez me gusta más.
De hecho la realización de una buena rúbrica lleva mucho tiempo e implica una reflexión muy grande por parte del profesor. El desarrollo de la rúbrica condicionará el método de enseñanza que utilicemos, tanto la metodología como la evaluación.
Además, la rúbrica nos permitirá evaluar facetas diferentes al mero conocimiento teórico.
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